La
historia anecdótica de un general de la revolución mexicana que vuelve a su
añorado terruño sirve de pretexto para el lucimiento de un Cantinflas en
aparente rol secundario; en realidad, se trata del debut, si no de su talento, de sus malabares verbales. Y aunque los títulos de crédito son interminables --al
menos en la restaurada versión española que tuve ocasión de visitar--, la trama
resulta deshilachada y tópica, y hay una prescindible secuencia de toreo “bufo”
que le restó demasiada simpatía al por otra parte muy simpático Cantinflas (que
aquí es un peón de rancho y se llama Tejón), la nacionalista cinta
gira naturalmente en torno a un importante comediante en su mejor época --la
primera, a blanco y negro--, y el espectador tiene la oportunidad de
comprobarlo a través de instantes genuinos e inimitables.
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