Fernando
Soler interpreta al personaje licencioso del título, un hombre de negocios que
ha reaccionado a la muerte de su esposa bebiendo alcohol como si fuese agua y
dilapidando sus millones indiscriminadamente entre los miembros de su venal
familia. La vuelta a casa de su exitoso hermano, un psiquiatra que lo
encontrará en serio peligro de muerte debido a la disipación en que ha volcado
su empresa y ha consumido su motivación para seguir adelante, será decisiva
para el nuevo rumbo que tomen los eventos. Escrita por Luis Alcoriza (quien
además se hace cargo del ingrato papel de un pelmazo arribista) y dirigida por
el genio de Calanda, El gran calavera es una comedia dramática sólida, si acaso
algo (o bastante) esquemática o tópica, en la cual las virtudes del melodrama,
aquel género accesible tan creativamente aprovechado por un Buñuel mexicano
como calaverita en Día de Muertos, consiguen hacer
reaccionar al espectador emocionado por el placer de la ficción.
lunes, 22 de octubre de 2012
lunes, 8 de octubre de 2012
Belle de jour (1967)
Escandalosa
e infame --fue prohibida durante mucho tiempo en diversos países--, esta cinta
sobre una joven dama de sociedad que ejerce la prostitución clandestina es
Buñuel en estado de refinación. La realidad del sueño y la realidad objetiva
confunden sus fronteras y se mezclan dentro de una ficción envolvente, que
marca la sensibilidad con el fuego lento de sus imágenes (algunas tan chocantes
como las que muestran los instintos sexuales masoquistas de la protagonista) y
su carácter sugestivo. Una inquieta obra maestra que, extrañamente, ha perdido
el favor de antaño en beneficio de otras piezas del genio de Calanda, y sin
embargo no ha envejecido un minuto ni deja de ser una fuente de inesperadas
satisfacciones para el aficionado oportuno. Catherine Deneuve, perfecta en su
rol, Michel Piccoli y Paco Rabal, buñuelianos veteranos, se distinguen entre
otros actores de un relato tan hermoso como perverso y desolador.
jueves, 4 de octubre de 2012
Revolutionary Road (2008)
Toda
una década después de Titanic (1997), Leonardo DiCaprio y Kate Winslet dejaron de ser
Jack y Rose para estelarizar este resignado estudio de un matrimonio que se
desmorona a plena luz del día, un drama realista en el cual Sam Mendes vuelve a
examinar con lucidez las relaciones humanas como ya había hecho en la comedia satírica
(American Beauty) y el cine gansteril (Road to Perdition). En el ambiente
suburbano de la América de los cincuentas, Frank y April parecen la pareja
perfecta: él es ejecutivo en una gran fábrica, ella una elegante ama de casa, y
ambos tienen dos pequeños hijos; sin embargo, sus sueños largamente postergados
irrumpirán como fantasmas para convertir su vida en una pesadilla. Dirigida con
ironía y oportuno sentido del melodrama, Mendes permite que sus actores se
explayen en escenas espectaculares consistentes en Winslet y DiCaprio
intercambiando parlamentos como venenosos dardos de sinceridad y confusión
conyugal, y otras en las que DiCaprio resulta tan profundamente emotivo como
siempre y Winslet tan complejamente madura como en toda su etapa reciente. Además
de la sensacional pareja, Kathy Bates tiene oportunidad de colaborar más
prolongadamente con Kate y Leo, y la deliciosa Zoe Kazan (nieta de mi cineasta
favorito) aprovecha su demasiado breve tiempo en
pantalla. La partitura de Thomas Newman es, congruentemente, memorable.
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