martes, 21 de octubre de 2014

The Alfred Hitchcock Hour: “Off Season” (1965)


En este episodio (final) de la segunda serie televisiva del Mago del Suspenso, John Gavin --esa especie de Rock Hudson menos talentoso que tuvo la fortuna de aparecer en Psycho-- es un policía impulsivo que acaba de matar a un viejo vagabundo por apuntarle con una botella (acabada de robar) en la mano. Al mudarse a otro pueblo, se convertirá en víctima de un destino tan implacable como afín a la repetición: lleva a su rubia novia y se hospeda con ella en un apartado motel de extrañísimo propietario, mientras que encuentra trabajo en la comisaría de Richard Jaeckel, un tipo mayor con una mujer algo liviana que semeja un doppelgänger de la suya propia... Las escenas, orquestadas por el ya notable William Friedkin, llevan la huella inevitable de Bernard Herrmann a los oídos. Por supuesto, el guión tenía que ser de Robert Bloch. 2.5/5

"Sam Loomis"

sábado, 11 de octubre de 2014

The Royal Hunt of the Sun (1969)


En esta película rodada en Perú y basada en la pieza homónima de Peter Shaffer se escenifica el encuentro entre dos reinos: la Corona Española, representada por el conquistador Francisco Pizarro (un Robert Shaw idealmente elegido), y el Imperio Inca, encarnado en Atahualpa (Christopher Plummer luciendo ojos principescos). La adaptación abre, por supuesto, el espacio teatral ofreciendo el privilegio cinematográfico de sus auténticas locaciones, pero los mejores momentos son, sin ninguna duda, aquellos entre cuatro paredes que, y son necesariamente demasiado pocos y breves, atestiguan un duelo dramático irrepetible en el cual Plummer y Shaw brindan algunos instantes conmovedores, de verdadero lujo --aunque alguien podría quejarse del amaneramiento que el primero imprime a su interpretación, o de que el rudo Shaw ennoblezca a Pizarro: recordemos que no se trata de una lección de Historia, sino de inexactitudes de diverso tipo elevadas por la creatividad. Ni los tesoros del milenario Perú en todo su dorado esplendor ni el peso de la vida transpirado por cada bloque de piedra constituyente de algunos de los monumentos más apreciados por el turismo mundial --aunque captados mediocremente, como el resto del asunto, por la cámara de Irving Lerner-- pueden compararse con la emoción de descubrir a Pizarro y Atahualpa en los entresijos mismos de una relación que los iguala a la vez que los confronta en y con su mutua humanidad. Más allá de esto, notemos, siempre secundariamente, la épica y simple banda musical de Marc Wilkinson y la blanda presencia de Leonard “Romeo” Whiting dentro de una producción británica que cumple con dar a conocer el exótico texto de Shaffer. 3/5