domingo, 7 de junio de 2015

Fin de fiesta (1960)


Con maestría rigurosa, Leopoldo Torre Nilsson traza los indiscernibles límites de la corrupción política en la Argentina de la primera mitad del S. XX, a través de un retrato familiar: en el seno de la oligarquía, Mariano Braceras (Arturo García Buhr) se erige como el victorioso y venerable protector del pueblo, asesinando sin piedad a quien se le oponga (o insinúe oponérsele); su nieto Adolfo (Leonardo Favio), de quien es también secretamente verdugo, parece ser el único que lo conoce o quiere conocer toda la verdad; y el matón de confianza del líder (Lautaro Murúa), el único amigo verdadero que Adolfo parece tener, trata al viejo con la devoción de un perro, hasta que… Una trama de relaciones y conflictos --basada en la novela de la guionista Beatriz Guido-- muy acabada en su ajustada duración (poco más de 1 h 20 m), con la fotografía a lo Gregg Toland (mejor utilizada, eso sí, en la gótica y superior La casa del ángel) y el montaje poderosamente dramático ya característico de uno de los grandes de la cinematografía hispanoamericana de todos los tiempos. Ni siquiera la presencia insípida de Graciela Borges en rol de cierta sustancia es capaz de arruinar un título recomendable. 4/5

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