sábado, 3 de enero de 2015

Mecánica nacional (1972)

Alcoriza dirigiendo a Alma

Esta concesión populista o taquillera de Luis Alcoriza --quien aquí parece un precursor de Hal Needham o algo por el estilo-- no se compara en absoluto con el resto de su obra como director (Tiburoneros) ni como escritor buñueliano. Sin embargo, dada su firma, no resulta totalmente sorprendente que la pintura caricaturalmente costumbrista de un caótico día en una esperada competición automovilística devenga en un más o menos efectivo retrato de los vicios de una sociedad a la cual el cineasta no puede evitar mirar con simpatía o, cuando menos, distanciada comprensión. El machismo, los prejuicios de toda laya y la irresponsabilidad siguen a la familia del sencillo pero orgulloso dueño de un taller mecánico (Manolo Fábregas), devoto hijo de una ya inmemoriosa viejecita (Sara García), casado con una mujer todavía atractiva (Lucha Villa) y padre de dos inquietas adolescentes (Maritza Olivares y, sobre todo, la espasmódica Alma Muriel), además de compadre de un viejo gatillo alegre casado a su vez con Gloria Marín. Por la ardua ruta se mezcla en su odisea un supuesto mayor del ejército (Héctor Suárez) liado con una curvilínea buscona salida de Cannonball Run o Smokey and the Bandit antes de que las fotografiasen; otra risible figura chauvinista y estentórea con la pistola presta, el personaje de Suárez, no obstante, logra matizar con mayor ironía y profundidad ciertos rasgos de un cuadro colectivo que pretende ser un microcosmos reflejo de la sociedad mexicana de su tiempo --algo que, entre unos chistes más “grandes” y conseguidos que otros (un poco como el Ettore Scola de Brutti, sporchi e cattivi), produce no sin cierta torpeza. 3/5

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