Toda
una década después de Titanic (1997), Leonardo DiCaprio y Kate Winslet dejaron de ser
Jack y Rose para estelarizar este resignado estudio de un matrimonio que se
desmorona a plena luz del día, un drama realista en el cual Sam Mendes vuelve a
examinar con lucidez las relaciones humanas como ya había hecho en la comedia satírica
(American Beauty) y el cine gansteril (Road to Perdition). En el ambiente
suburbano de la América de los cincuentas, Frank y April parecen la pareja
perfecta: él es ejecutivo en una gran fábrica, ella una elegante ama de casa, y
ambos tienen dos pequeños hijos; sin embargo, sus sueños largamente postergados
irrumpirán como fantasmas para convertir su vida en una pesadilla. Dirigida con
ironía y oportuno sentido del melodrama, Mendes permite que sus actores se
explayen en escenas espectaculares consistentes en Winslet y DiCaprio
intercambiando parlamentos como venenosos dardos de sinceridad y confusión
conyugal, y otras en las que DiCaprio resulta tan profundamente emotivo como
siempre y Winslet tan complejamente madura como en toda su etapa reciente. Además
de la sensacional pareja, Kathy Bates tiene oportunidad de colaborar más
prolongadamente con Kate y Leo, y la deliciosa Zoe Kazan (nieta de mi cineasta
favorito) aprovecha su demasiado breve tiempo en
pantalla. La partitura de Thomas Newman es, congruentemente, memorable.
jueves, 4 de octubre de 2012
Revolutionary Road (2008)
Etiquetas:
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