sábado, 13 de marzo de 2010

Once Upon a Time in the West (1968)



Descubrir al Henry Fonda de Érase una vez en el Oeste siempre será chocante. Uno de los héroes americanos del cine se transforma en su propia antítesis, un malvado como los que él mismo solía enfrentar, o peor si cabe. Y no es que la moral de Fonda jamás se hubiese relajado: en un título de hacía sólo 2 años, A Big Hand for the Little Lady, podía apreciarse su gran talento como actor en un juego de naipes que ganaba, digamos, picarescamente. Sin embargo, nunca había cruzado la línea que lo separaba del Walter Brennan de Pasión de los fuertes (My Darling Clementine, 1946); más bien, había permanecido a una distancia que era la garantía misma de su ética implacable. Con la película escrita y dirigida por Sergio Leone, la dureza masculina de Tom Joad deviene elocuente crueldad.

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