En el rol de Frank T.J. Mackey, gurú de la seducción y showman legítimo, la entonces súperestrella asumió uno de sus retos más personales y exitosos, brillando con luz propia en medio de un reparto pleno de actores inspirados. El resultado fue una labor interpretativa inesperadamente portentosa, en consonancia con la culminación bíblica de los eventos. Dirige P.T. Anderson.
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